Las divisiones y polarizaciones no son un asunto nuevo. Aún antes de nacer como país los promotores de la unificación italiana discrepaban en muchos aspectos, incluyendo el más importante de todos: el tipo de Estado.
Las cuatro tendencias eran:
– Italia republicana y centralizada.
– Italia republicana y federal. En este grupo había tendencias, algunos querían una Italia al estilo Suiza o Estados Unidos y otros una confederación de estados independientes unidos por el nexo común de la italianidad, un poco como nuestra actual Unión Europea.
– Italia monárquica y centralizada. La monarquía debía ser constitucional, no absolutista como las precedentes, con un Congreso que gobernara el país formado por diputados elegidos democráticamente.
– Italia monárquica y federal.
La historiografía italiana considera a las dos primeras como la izquierda histórica y a las dos siguientes como derecha histórica. No eran partidos políticos, sino tendencias con las que se identificaban los que hacían vida política.
El revolucionario Garibaldi y el conservador Cavour
El tipo de estado que finalmente prevaleció fue el monárquico centralizado, que existió hasta 1946, año en el que Italia decidió transformarse en un estado republicano y centralizado, consecuencia directa de su desempeño en la Segunda Guerra Mundial.
Para saber más de la unificación italiana os invitamos a escuchar nuestro episodio titulado Italianidad, Resurgimiento y Guerras de Independencia, disponible para su descarga y/o escucha gratuita haciendo clic AQUÍ. Por otra parte, si deseáis conocer como ese reino murió, escuchad El hundimiento del acorazado Roma, disponible AQUÍ.
Tal y como narramos en nuestro episodio titulado Italianidad, Resurgimiento y Guerras de Independencia, la escuela en la que se forman los oficiales de la Marina Militare tuvo unos inicios muy difíciles, reflejo de los aún más difíciles inicios del Reino de Italia.
Al contrario de la academia del Ejército, creada al mismo tiempo que la unificación italiana, la de la Marina tardó veinte años en ser fundada. Podréis encontrar los detalles de esa larga gestación en ese episodio, disponible para su escucha gratuita haciendo clic AQUÍ.
A la derecha cadetes en 1890. A la izquierda el autor de ZchP con sus compañeros de curso en 1983
Los oyentes regulares de este programa saben que quien suscribe se formó como oficial de marina de guerra en esa escuela y que hace poco regresé a ella para el Quarantennale, un evento oficial en el que cada promoción se reúne un fin de semana en Livorno para conmemorar y celebrar los cuarenta años de haber entrado en esa institución. El programa también cuenta con uno de nuestros tradicionales cuadernillos de viaje, una adenda en la que cuento lo que a todos los efectos fue una intensa y emotiva peregrinación.
Para aquellos que escucharon el cuadernillo, he aquí el antes y después mencionado al hablar de los uniformes, sobre todo los deportivos, que en los años ochenta seguían siendo exactamente iguales a los usados durante los años cuarenta. En una de ellas aparezco, pero no en la de 1942… 😉
P.D. Si estás buscando las otras fotos mencionadas en el episodio, asómate a la pestaña «Sobre el autor y ZchP».
Cuando en los años 70 la Marina Militare italiana pidió a sus astilleros nacionales el diseño y construcción de un buque que sirviera de plataforma para transportar y lanzar sus nuevos misiles antinave que estaban desarrollando, el astillero Cantieri Navali Riuniti concibió un barco que rompió los paradigmas de su época.
El buque en cuestión a pesar de ser el más pequeño de sus contemporáneos de la OTAN, tenía las mismas capacidades.
El resultado fueron las fragatas de la clase Lupo, naves que podían llevar a cabo misiones antiaéreas, antisubmarinas, antinave y de apoyo costero. Todo eso en unas reducidas 2.500 toneladas de desplazamiento, 113 metros de eslora, 11 de manga y tres y tantos de calado.
A la izquierda las venezolanas F-24 y la F-25, barcos en los que el autor de este pódcast sirvió. A la derecha la F-16 Al Quadissiah, que nunca fue entregada a Irak
Su sistema propulsor era doble. Podía desarrollar una velocidad de crucero de poco consumo con sus dos motores diesel. Pero si la situación lo ameritaba, tenía a disposición dos turbinas a gas que le permitían alcanzar los 35 nudos.
Nota del autor: debo decir, querido visitante, que de servicio en esos barcos tuve el placer de alcazar esa velocidad muchas veces, presenciando el espectáculo desde el puente, desde cubierta o, inclusive, a popa, justo sobre las hélices, allí donde el rugido, la vibración y la espuma te hacían sentir muy pequeño comparación con la grandeza y potencia de la nave. Una experiencia inolvidable.
Amén de su poderosa electrónica (radares, sonar, radiotransmisores y equipos de guerra electrónica), las armas embarcadas fue lo que catapultó a las Lupo al éxito, siendo vendidas a varios países como Irak, Perú y Venezuela. El barco cuenta con un cañón de 127 mm (el más grande instalado en barcos nuevos en su época); ocho misiles antinave Otomat; dieciséis misiles antiaéreos Áspide; dos montajes dobles de 40 mm; doce torpedos antisubmarinos lanzados desde dos montajes triples y un helicóptero con radar y sonar, capaz de lanzar torpedos o de guiar los misiles antinave muy lejos, más allá del control efectivo del barco.
Misil Otomat Mk2 de la Marina peruana
Cañón 127 OTO. Es notable el tamaño en comparación al marinero.
Esta concentración de armamento en un barco de dimensiones reducidas había ocurrido en los años 30 con la fenomenal clase Spica, la solución italiana al control de armas impuesto tras la Primera Guerra Mundial.
Tomando en cuenta que el tratado de Washington de 1922 imponía duras restricciones para la construcción de barcos grandes, la Regia Marina optó por construir muchos de 600 toneladas, naves que no tenían límite alguno. De ahí surgió la clase Spica, torpederos que tenían tanto armamento que parecían destructores. Encontraréis la historia de esas naves en nuestro episodio titulado Torpedeando, que es gerundio. Por otra parte en nuestro episodio Teledestruyendo a los teledestructores (enlace AQUÍ) encontraréis, además de la descripción de las fragatas clase Lupo, la explicación detallada de la historia y el funcionamiento de sus dos sistemas de misiles, el antinave Otomat y el antiaéreo Áspide.
Fragata F24 tipo Lupo
Torpediniere Lupo de la Clase Spica
Las fragatas Lupo fueron bautizadas en honor al torpedero Lupo de la Segunda Guerra Mundial. El pequeño Lupo se hizo famoso por luchar en solitario contra una flota británica
Y como lo prometido es deuda, he aquí el interior del cañón nombrado en la narración de la aventura personal agregada al final del episodio. El video fue publicado por el canal de You Tube Panzer Argentino:
También ponemos a vuestra disposición el otro programa comentado en el capítulo, aquel en el que se comenta la situación actual de la Armada venezolana. Se trata de Infomilitar Colombia, un pódcast en el que entrevistaron al contralmirante Edgar Morillo. La conversación fue emitida en tres partes el pasado 26 de febrero de 2020:
Infomilitar Colombia – Estado actual de la Armada Bolivariana – Parte 1 / Parte 2 / Parte 3
Entre los ejemplos prácticos escogidos para ilustrar la eficiencia de los misiles en nuestro episodio titulado «Torpedeando que es gerundio» destacan cuatro, el último de ellos vivido en persona por el autor de este blog y pódcast.
Los misilazos son:
El que dos lanchas tipo Komar efectuaron contra el destructor israelí Eliat. Tiene la particularidad que, amén de haber sido el primer ataque efectivo de un misil antibarco moderno, no fue hecho con un solo cohete, sino con cuatro. Y tres impactaron de lleno contra la nave. La cuarta erró el tiro pero por muy poco. El ataque fue realizado desde el interior de un puerto y a una distancia grande para la época, unas 17 millas.
Destructor israelí Eliat
El P-15 Termita, llamado Styx por Occidente
Egipto celebró la victoria
Lancha Komar lanzando misil Termita
Júbilo egipcio por la victoria
El que un grupo de inteligentes y mañosos técnicos navales argentinos efectuaron contra el destructor británico HMS Glamorgan. La maniobra evasiva de último momento provocó que el cohete entrara casi de popa, estrellándose contra el no vital hangar y provocando un incendio en la cocina, que estaba en la cubierta inferior.
El HMS Glamorgan en 1972
Representación del ataque argentino
Lanzador de fortuna hecho por la Marina argentina
Glamorgan golpeado por un Exocet II
El misil entró en ángulo, casi por popa
El que rebeldes yemeníes consiguieron contra el catamarán de los Emiratos Árabes Unidos l 1º de octubre de 2016. Cuatro días después repitieron el ataque contra el USS Ponce, pero el misil fue derribado por los misiles antiaéreos del destructor USS Mason.
Casco de aluminio destrozado
HSV 2 Swift antes de ser vendido a los Emiratos Árabes Unidos
Destructor USS Mason
Misil chino C-802
USS Mason dispara un SM-2 en un ejercicio
USS Ponce salvado por el USS Mason
El que el autor -como miembro de la dotación de una fragata- realizó contra un dron norteamericano durante unas maniobras internacionales. El lanzamiento y derribo fue hecho contra todo pronóstico y sorteando un sinfín de obstáculos. Podréis escuchar la narración de este difícil y atribulado lanzamiento en la adenda de nuestro episodio titulado «Teledestruyendo a los teledestructores», disponible para su escucha y/o descarga gratuida haciendo clic AQUÍ.
Una nave similar a esta protagonizó el cuento narrado en el episodio (la F-25)
Cañón 127 OTO. Es notable el tamaño en comparación al marinero.
Maniobras Unitas
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Como bien saben muchos de los oyentes de Zafarrancho Pódcast, el autor de este blog -y programa de historia- se formó como oficial en la Accademia Navale di Livorno, de la Marina Militare italiana. Pero eso ocurrió después de terminar su primer año en la Escuela Naval de Venezuela. Su buen desempeño al finalizar ese período lo hizo acreedor de una beca de estudios en el extranjero, en un país del primer mundo, como se le decía a los países desarrollados a principios de los ochenta.
En esos años ambas instituciones eran punteras en sus respectivas regiones. La venezolana recibía estudiantes extranjeros de países latinoamericanos. Y la italiana de muchos países en desarrollo tales como Bangladesh; Argelia; Irak y Venezuela.
Si bien con estilos muy distintos, ambas escuelas aportaron mucho a quien escribe estas líneas. Una formación maravillosa, un tesoro técnico y cultural como pocos. A continuación algunas imágenes de ambas alma maters.
Entrada principal Accademia Navale di Livorno
La academia italiana a orillas del Tirreno
Escuela Naval de Venezuela recién inaugurada (1967)
Escuela Naval de Venezuela en construcción (años 60)
Tal día como hoy, hace doscientos años, ocurrió el evento que se convirtió en uno de los más importantes mitos fundacionales de Venezuela: la Batalla de Carabobo.
Fotogramas de «Carabobo, caminos de libertad»
Con mito fundacional no queremos decir que esa batalla no haya existido, recurrimos a ese término porque consideramos que su relato, salvo rarísimas excepciones, se eleva a niveles de gesta homérica, tal y como demuestran las palabras de apertura del tráiler de una serie estrenada para la ocasión y con las que Simón Bolívar arenga a sus hombres antes de la batalla:
«Este es el ejército más grande y más hermoso que ha hecho armas en un campo de batalla»
La mitificación de todo lo relacionado con la lucha independentista imprime a sus acciones una pátina de heroicidad sobrenatural, con triunfos obtenidos contra todo pronóstico. Cualquier estudio o escrito que haga referencia a hechos que favorecieran la victoria ajenos al arrojo, valor y buen combatir de los soldados locales era -y aún es- dura y amargamente rebatido. De ahí que nos sorprenda encontrar en un texto publicado en la web del Ministerio del Poder Popular del gobierno venezolano un epígrafe titulado «La suerte acompaña» y que reproducimos como anexo al final de este escrito.
El texto en cuestión reconoce que el triunfo patriota en la Batalla de Carabobo se vio muy favorecido por sucesos ajenos a Venezuela y que, resumidos, fueron:
El último envío de tropas de la península se remontaba a 1815, es decir, a seis años antes.
La lucha entre liberalismo y absolutismo en España frustró el envío -en 1820- de un nuevo gran contingente de tropas, ejército que mucho habría influido en los acontecimientos de la segunda década de guerra.
La falta de refuerzos obligó a acordar una tregua de seis meses, período que ambos bandos aprovecharon para reorganizarse, siendo mejor aprovechado por Bolívar, cuya estrategia se basaba en obligar al enemigo a enfrentarse en una única y definitiva batalla.
«Nuestra causa se ha decidido en el tribunal de Quiroga»
Simón Bolívar
Es pues que, finalizada la tregua y abandonado a su suerte por una metrópoli sumida en luchas intestinas, Miguel de la Torre debió enfrentarse a Simón Bolívar en esa para él nada conveniente combate definitivo.
Si bien contaban con fuerzas superiores, a los patriotas no les fue nada fácil obtener la victoria.
Planificada por Bolívar como una acción de pinza con un ataque frontal de distracción complementada por una maniobra de flanqueo para atrapar a los realistas en un fuego cruzado, durante su ejecución no pocas fueron las veces en las que los soldados y jinetes que rodeaban a los realistas fueron rechazados, dejando muchos muertos y heridos en el terreno. Solo la tozuda resistencia de un grupo expedicionario británico permitió que los jinetes criollos se reagruparan y se lanzaran a la carga.
El ataque frontal de infantería y la embestida lateral de caballería sellaron la victoria, obligando a Miguel de la Torre a retirarse hacia el norte, en dirección a la costa.
A partir de ahí se sucedieron las otras importantes batallas definitivas de Pichincha -24 de mayo de 1822-; Junín -6 de agosto de 1824- y Ayacucho -9 de diciembre de 1824- que consolidaron las independencias de Colombia, Ecuador, Perú y Bolivia.
Los doscientos años de la Batalla de Carabobo han sido muy recordados en Venezuela, una efeméride que materializó un segundo monumento conmemorativo, el del bicentenario, erigido frente al primero, construido hace un siglo. La enorme escultura simboliza el sable de Simón Bolívar rodeado por las lanzas de los soldados que lo acompañaron. Las peculiares interpretaciones sobre esta estructura -y sus polémicas asociadas- no serán comentadas en este artículo.
Anexo
A continuación el artículo «Carabobo finalizó la guerra en Venezuela», del 24 de junio de 2014 (Web del Ministerio del Poder Popular de Venezuela – original AQUÍ):
La suerte le acomapaña
España se estaba preparando para enviar un fuerte contingente hacia América, en refuerzo a los llegados en 1815 con el general Pablo Morillo. Pero dentro de ese ejército existía un fuerte partido que se inclinaba por la Constitución de Cádiz, lo cual degeneró en la rebelión del general Rafael del Riego y del coronel Antonio Quiroga en 1820.
Este movimiento impidió el embarque de las nuevas tropas reales logrando la imposición de la constitución de Cádiz por parte de Fernando VII, quien inmediatamente giró instrucciones para que Pablo Morillo iniciara conversaciones de paz y el cese de las confrontaciones. Bolívar dijo en carta a Santander, al conocer la noticia: “Nuestra causa se ha decido en el tribunal de Quiroga».
Estas palabras también fueron proféticas. Desde ese momento la situación de la guerra en Venezuela fue otra, favorable a la causa de los patriotas.
Oficiales y soldados realistas se sintieron abandonados por el rey español y los criollos que militaban en su bando comenzaron a pasarse en masa al ejército patriota. Se dio la entrevista entre Pablo Morillo y Simón Bolívar, firmándose un armisticio y un tratado de regulación de la Guerra, con el cual se daba fin a la guerra a muerte, en un acuerdo humanitario que tomó en consideración los derechos de quienes participaban.
La paralización de las hostilidades sirvió a Bolívar para reorganizar su ejército y para preparar una batalla que diera fin a la contienda. En primer lugar, apoyó el pronunciamiento de Maracaibo a favor de la causa patriota y, luego, planificó una estrategia para evitar la unión de los realistas.
Nota: en la frase «el juicio de Quiroga» Simón Bolívar hace referencia a Antonio Quiroga y Hermida, el oficial de más alto rango que apoyó el levantamiento liberal de Rafael del Riego asunto que, entre otras cosas, frustró el envío de la expedición militar con la que Fernando VII pretendía sofocar las revoluciones independentistas sudamericanas (Ver nota 80 de una carta de Bolívar archivada en este enlace de la Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes).
Enlaces de interés:
Caminos de libertad – Serie de TV (2021), Enlace AQUÍ.
Inauguración monumento por bicentenario Batalla de Carabobo. Enlace AQUÍ.
A 200 años de Carabobo, por Laureano Márquez, humorista y politólogo. Enlace AQUÍ.
Polémica sobre el bicentenario de la Batalla de Carabobo. (Enlace AQUÍ).
Nota 2: en uno de los comentarios uno de nuestros lectores diserta sobre la bandera española que aparece en el fotograma al comienzo de este artículo. Podéis leer la intervención haciendo clic AQUÍ. Pedro San Miguel nos pone en autos sobre la bandera que enarbolaban las tropas realistas en 1821. Y como no le fue posible insertarla en el comentario, lo hacemos por él:
¿Por qué un asunto tan banal merece una reseña en esta bitácora?
Porque la fotografía en cuestión constituye una de las pocas imágenes que tengo como oficial a bordo. Eso se debe a que, mientras estábamos de servicio, no podíamos estar turisteando , como solía decir uno de los comandantes que tuve. Tampoco valía tomar fotografías a escondidas porque los oficiales, como jefes de departamento o división que éramos, debíamos predicar con el ejemplo. El otro motivo era técnico: los móviles no tenían cámaras es más, no existían teléfonos portátiles. Para fotografiar había que manipular un artilugio conspicuo y adoptar una pose muy reveladora. Y la verdad, jugarse un arresto por algo así no valía la pena.
Por ese motivo la únicas fotografías que tenía eran las publicadas en un folleto del Buque Escuela Simón Bolívar. Pero eso cambió hoy gracias a Raúl Mendoza -a la izquierda-, un compañero de promoción que, como yo, hizo la carrera en otro país. Él estudió en la Escuela Naval Militar de Argentina. Yo lo hice en la Accademia Navale di Livorno. Otros dos compañeros también fueron enviados fuera de Venezuela, uno a Perú y otro a los Estados Unidos, a la Academia de Guardacostas. La idea del Alto Mando era reforzar lazos con otras Marinas e inyectar puntos de vista nuevos a la Armada de Venezuela. Al menos a la de finales del siglo XX porque, a principios del siglo XXI todas las instituciones de Venezuela fueron refundadas, siguiendo a partir de ese momento una senda distinta y desconocida para mí.
Y ese es el motivo de que una fotografía corriente sea digna de una recensión tan amplia. Sobre el lugar y el momento solo puedo especular. Tiendo a creer que fue durante una interesante navegación que hicimos a Macuro, un remoto villorrio conocido por haber sido el lugar en el que Colón pisó tierra venezolana durante su tercer viaje. Fuimos enviados a un sitio tan alejado de la civilización -entre la isla de Trinidad y la desembocadura del río Orinoco- porque teníamos una misión muy delicada: ¡navegar bajo bandera norteamericana!
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¡Sí! Por insólito que parezca el Buque Escuela Simón Bolivar arrió el pabellón venezolano e izó el norteamericano. El extraño acontecimiento fue hecho en el marco del rodaje de una película. Durante una semana tuvimos a bordo a una troupe completa de actores y miembros del equipo técnico de una productora de Hollywood. Una experiencia fuera de lo común para los tripulantes…
La conocida revista digital de armamento, política de defensa y fuerzas armadas EJÉRCITOS, ha publicado hoy 15 de mayo de 2017 una entrevista a quien suscribe, Esteban Pérez Bolívar.
Las respuestas a las preguntas, algunas de ellas intensas y muy agudas, están disponibles haciendo clic AQUÍ. Muchas gracias a Christian Vallenilla López, el director de la publicación, por su deferencia. A continuación reproducimos el preámbulo del reportaje:
«La entrevista de hoy es a un personaje que ha supuesto todo un descubrimiento y cuya existencia desconocía. Esteban Pérez Bolívar ha sido marino, es historiador, un magnífico escritor y un sorprendente podcaster que, a través de su canal Zafarrancho Podcast, está consiguiendo llevar la historia bélica, contada de la forma más didáctica que he tenido el placer de escuchar, a un gran número de oyentes. Además, precisamente haciendo gala de ese conocimiento profundo de la historia, sus respuestas a los problemas que nos regala la actualidad han sido exquisitas. No puedo pues, sino agradecer su tiempo y su paciencia.»
La fragata en la que ocurrió lo que se reseña en el episodio.
En medio de lo que estaba a punto de convertirse en una cruenta guerra entre dos naciones que habían compartido siglos de historia común, un oficial y un marinero protagonizaron un encuentro que los marcaría de por vida…
Aunque esta historia parezca una fábula de Esopo, fue un hecho real ocurrido durante una tórrida, humeda y oscura madrugada en un recóndito muelle de reaprovisionamiento naval en el Mar Caribe.
En este episodio de Los Cuentos de Zafarrancho Podcast Esteban Pérez nos contará como, perdiendo los cabales durante una guardia en alerta de combate, se ensañó con un pobre e inexperto marinero. ¿Por qué? Para saberlo deberéis descargar el episodio haciendo clic AQUÍ y/o activando el reproductor de audio situado al final de este post.
La música de apertura, titulada Traveling Minstre, es del artista sueco Mathias Westlund. La canción “Las hermanitas gemelas” con la que se cierra el episodio está interpretada por “Los reelegidos del vallenato”, letra y música de Gustavo Arreaza.
Esperamos vuestros comentarios aquí, por Facebook; Twitter (@ZafarranchoPod); Instagram o Linkedin o, si queréis ser más extensos, por el correo electrónico zafarranchopodcast@yahoo.es
Tal y como reseñamos en nuestro episodio de Los Cuentos de Zafarrancho Podcast titulado Sin novedad en el buque, el punto focal de la crisis que casi llevó a la guerra a Colombia y Venezuela en 1987 se situó en el mar, en un golfo delimitado por las penínsulas de Guajira y Paraguana. Los colombianos llaman a esa zona Golfo de Venezuela y los colombianos Golfo de Coquivacoa. Pero ese no es el motivo del conflicto. Lo que en realidad ha evitado que ambos países tracen una línea que delimite definitivamente sus respectivos mares es la presencia en el subsuelo marino de ingentes cantidades de petróleo y gas.
Los buques desplegados en la zona o en sus cercanías fueron los siguientes:
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Patrulleros clase Constitución (Venezuela): 170 toneladas de desplazamiento y 37 metros de eslora. Tres de ellos cañoneros y tres misilísticos. Los cañoneros están dotados de un cañón de 76 mm a proa. Los misilísticos poseen dos misiles Otomat a popa y un cañón de 40 mm a proa.
Fragatas clase Mariscal Sucre (Venezuela): Seis unidades fabricadas en Itala a partir de la clase Lupo. 2525 toneladas de desplazamiento, dotadas de un cañón de 127 mm, dos montajes dobles antiaéreos de 40 mm seis tubos lanzatorpedos autoguiados, ocho misiles mar-aire Aspide, ocho misiles buque-buque Otomat y un helicóptero.
Corbetas clase Almirante Padilla (Colombia): Cuatro unidades fabricadas en Alemania con 2.100 toneladas de desplazamiento, un cañón de 76 mm, un montaje doble antiaéreo de 40mm, 16 misiles buque buque Hae Sung I, seis tubos lanzatorpedos autoguiados y misiles portátiles Mistral.
Submarino Tayrona (Colombia): Fabricado en Alemania tipo 209 con 1.285 toneladas de desplazamiento, 56 metros de eslora y 24 torpedos de 553 mm disparados en seis tubos.
Submarinos Sábalo y Caribe (Venezuela): Tipo 209, similares al Tayrona.
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Submarinos tácticos clase SX-506 (Colombia): Dos unidades para infiltración y sabotaje con 90 toneladas de desplazamiento, cinco tripulantes, ocho comandos y dos lanchas submarinas CE2FR/X60 o “maiales”, los torpedos tripulados inventados por los italianos durante la Segunda Guerra Mundial.
Para saber cómo estos buques estuvieron a punto de borrarse los unos a los otros del mapa, escuchad nuestro episodio titulado «Sin novedad en el buque», disponible pinchando AQUÍ o activando el reproductor situado a continuación:
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