El invierno 1942-1943 fue un mal período para los países del Eje. Alemania, a pesar de haber sufrido sus primeros reveses, conservaba muchas fuerzas para continuar la guerra. Pero Italia, al límite de sus fuerzas, entendió que para ella el juego había terminado.
Las derrotas en Rusia y en el norte de África avivaron el malestar de obreros y campesinos, la gran base sobre la que se apoyaba el populista Mussolini. Pero la situación empeoró porque el descontento subió a las clases altas de la sociedad, provocando lo que se creía imposible: una moción de censura a Mussolini que en realidad escondía un golpe de estado palaciego materializado en una reunión llamada Gran Consejo Fascista.
Por primera vez en 20 años Mussolini perdió la votación dentro del consejo, que lo obligó a restituirle al Rey Víctor Manuel III el control sobre las Fuerzas Armadas, para que fuera él y no el Duce el que decidiera el camino a tomar en la guerra.
Mussolini, debilitado por su pérdida de apoyo en todos los sectores de la población, fue arrestado por el Rey.
Su sustituto, el mariscal Pietro Badoglio, instauró un férreo control de la población para evitar revoluciones tanto de izquierdas como de derechas. Luego, manteniendo a Italia en la guerra, envió en secreto emisarios para pactar un acuerdo con los aliados.

Firma del armisticio entre italianos y aliados – Cassibile 3 de septiembre de 1943
Cuando Italia logró sellar un acuerdo se encontraba entre la espada y la pared. O entre la espada y la espada ya que los ejércitos aliados habían conquistado Sicilia y los ejércitos alemanes entraban al país por el norte. El rey Víctor Manuel III y el primer ministro Pietro Badoglio, desbordados por la situación, huyeron de Roma cuando el general Einsenhower anunció en una alocución por radio la rendición de Italia.
Las Fuerzas Armadas Italianas, que seguían combatiendo contra los aliados, se enteraron del armisticio por radio, de boca del general norteamericano. Los comandantes en el terreno, sorprendidos, llamaron a sus cuarteles generales en busca de instrucciones. Pero… nadie les contestó. Los funcionarios gubernamentales habían huido por temor a ser atrapados por los alemanes, iracundos por la traición del aliado italiano.
Durante dos días enteros Italia se quedó sin gobierno. Y sus soldados, sin guía ni instrucciones, no supieron cómo reaccionar. Muchos fueron hechos prisioneros por los alemanes. Otros los combatieron, muriendo en el intento. Otros simplemente desertaron, regresando a sus casas.
En síntesis, el Ejército italiano se derrumbó como un castillo de naipes.
Os invitamos a escuchar más detalles de esta terrible situación en nuestro episodio titulado El hundimiento del acorazado Roma, disponible para su descarga y/escucha AQUÍ o activando el siguiente reproductor: