No dejéis que la historia desvanezca, ese es el título del cortometraje del japonés Hitomi Satsuma difundido hace poco en las redes sociales para despertar el orgullo de los japoneses por sus caídos en las guerras.
El tsunami antihistórico que gira alrededor de nuestro planeta arrasando estatuas y arrancando páginas de los libros de historia tiene, a nuestro entender, una equivocada energía propulsora: la descontextualización. Los hechos pretéritos se juzgan con un punto de vista actual y, por tanto, son deshauciados y condenados a la extinción.
Haciendo un ejercicio con el corto de Satsuma, ¿cómo creéis que es visto nuestros contemporáneos aniquiladores históricos? Pues, como una oda a la guerra, en mil y una variantes.
La mayoría de los soldados -representados como fantasmas en el vídeo- lucharon con el convencimiento de que lo hacían en pro del bien común. La evolución del saber universal nos hace ser conscientes de que esa no es la manera correcta de mejorar las cosas. Pero ese es un concepto nuestro, actual, del siglo XXI. En épocas pretéritas se creía que así debía ser, que la lucha era una de las maneras de arreglar problemas. El corto es una loa a las almas de esos soldados y a los sentimientos que albergaban por su país y por su pueblo.
Vivir en un mundo en paz no se logra ocultando la guerra o criando niños que lleguen a adultos sin saber que existió y, lo que es peor, que sigue existiendo. No nos cabe duda de que la paz universal se alcanzará, pero es un proceso transgeneracional. Cambiar nuestros instintos primarios no se logra de la noche a la mañana y menos arrancándole páginas al gran libro de la historia.
Si algo queda en claro para aquel que escucha Zafarrancho Podcast es que la guerra es nefasta y que, para no caer en ella, lo mejor es conocerla.