Estamos muy contentos por haber recibido una invitación de la UNESCO para participar en la celebración del Día Mundial de la radio. Y lo haremos reflexionando sobre la radio y la confianza que genera en sus oyentes, asunto tratado en uno de nuestros programas más escuchados.
Tal y como explicamos con lujo de detalles en nuestro episodio titulado Claroscuro radioeléctico, la Segunda Guerra Mundial fue el primer conflicto en el que las potencias beligerantes usaron la radio para comunicar con las personas… ¡de forma masiva!
Tomando como ejemplo Gran Bretaña y Alemania, al principio de la guerra las radioemisoras de ambos países transmitieron comunicados y noticias para sus oyentes, es decir, ciudadanos de sus propios países. Esa información iba intercalada con música y programas de variedades. El objetivo de esa programación era tranquilizar y proteger a las personas difundiendo información e instrucciones útiles en caso de ataques junto a reportes noticiosos del frente de batalla. Sobre este particular hubo dos tendencias muy diferenciadas, la británica y la alemana.

Familia británica escuchando la radio durante la SGM
En Gran Bretaña la batuta siempre fue llevada por la BBC que, tanto en ese entonces como ahora, no está subordinada al gobierno. Esto hizo que ya desde el principio del conflicto emitiera tanto noticias buenas como malas, siempre cuidando de no revelar información que pudiera ayudar al enemigo. Esto enfurecía al Primer Ministro Winston Churchill, que prefería un control -censura- total.
En el caso alemán su red de emisoras (Reichs-Rundfunk-Gesellschaft) hacía lo mismo, pero censurando los noticiarios desde el primerísimo primer día de la guerra. Las únicas verdades que escuchaban los alemanes eran las victorias. Las derrotas o no eran reseñadas o eran tergiversadas.

Cartel alemán alertando sobre noticias falsas
Conscientes del poder de convencimiento de la radio Londres y Berlín pusieron en marcha -primero- programas dirigidos al pueblo enemigo, para minar la confianza que tenían en sus líderes. Mas tarde crearon estaciones de radio que se hacían pasar por emisoras del país contrario y cuya programación estaba diseñada para crear confusión. Estas operaciones encubiertas llegaron a sustituir -en momentos puntuales- a las estaciones oficiales enemigas, lanzando noticias falsas o dando órdenes de evacuación para inundar los caminos de refugiados, entorpeciendo el desplazamiento del ejército o de los servicios de rescate tras un bombardeo.
En conclusión, durante la Segunda Guerra Mundial la radio gozaba de una confianza muy alta por parte de los oyentes, atributo que los gobiernos no solo usaron, sino del que también abusaron.
Para saber más de este apasionante capítulo en la historia de la radio, os invitamos a descargar y/o escuchar nuestro episodio titulado Claroscuro radioeléctrico, disponible haciendo clic AQUÍ o activando el siguiente reproductor: