Aunque en una batalla pudiera parecer que impera la anarquía, existen reglas que ambos bandos suelen acatar.

Una bandera roja indicaba las terribles intenciones de la tripulación del barco pirata
Una de las más antiguas era la que regía el trato a los soldados de la facción que resultaba derrotada. Si la lucha se hacía bajo el grito de ¡sin cuartel!, los vencidos tenían asegurada la muerte aunque soltaran sus armas, levantaran los brazos y pidieran cuartel, ruego que equivalía a pedir clemencia. Otra forma de hacer ver las intenciones de acabar con el contrario era izando una bandera roja, seña inequívoca de que no se le perdonaría la vida al contrario una vez fuera doblegado. Esto ocurría tanto en tierra como en mar, tal y como refleja la bandera pirata de la imagen.
Si la lucha se emprendía sin el deseo de aniquilar hasta el último oponente, los soldados rendidos podían ver su muerte cambiada por reclusión, algo muy de agradecer. Esta gracia se obtenía gritando ¡cuartel! mientras se lanzaban las armas a tierra y se levantaban los brazos.
De esto se desprende que luchar sin cuartel implica acabar con todos los enemigos, incluidos los rendidos. Pedir cuartel y dar cuartel son las dos caras de la misma moneda y que garantizaba la vida de aquellos que, a un cierto punto de la batalla, optaban por no seguir combatiendo.
Os presentamos esta cavilación escrita porque en nuestro episodio titulado La batalla de la gran explosión expusimos que los soldados de color de la IV División del Noveno Cuerpo del Ejército del Potomac entraron en batalla gritando ¡lucha sin cuartel!, ¡venganza! Esa feroz ansia surgió de la necesidad de vengar una masacre de soldados negros ocurrida varios meses antes. Pero esto generó un gran problema cuando los derrotados resultaron ser ellos y los soldados confederados decidieron aplicarles la misma regla con la que ellos habían entrado en batalla. Por suerte el comandante confederado evitó la más que segura masacre refrenando a sus soldados. Los sureños, amén del grito de guerra sin cuartel con el que los soldados negros habían entrado en batalla, también actuaban bajo un marco legal que catalogaba a los negros unionistas como esclavos insumisos. Encontraréis más detalles al respecto en nuestro episodio «La batalla de la gran explosión», disponible para su escucha y/o descarga gratuita haciendo clic AQUÍ.

Los confederados consideraban una ofensa combatir contra soldados de color
La intención de no dar cuartel en batalla fue declarada ilegal por la Segunda Convención de la Haya, la de 1907. Lo que esa conferencia internacional no evitó fue que el concepto permeara al lenguaje común con frases como luchar sin cuartel (esforzarse al máximo); dar cuartel (dar descanso / dejar de presionar / conceder clemencia / ser benevolente) o dar cuartelillo (dar un margen de actuación).