El desarrollo de los acontecimientos navales de la Segunda Guerra Mundial dejó en claro que, hacia el ecuador del conflicto, el mar le pertenecía a la US Navy y a la Royal Navy.
Esto no era nada nuevo. Tras un corto período de esperanzadoras victorias los países del Eje fueron testigos de cómo sus buques eran arrinconados y hundidos por una aplastante combinación de inventiva y poderío industrial.
Obligada a asumir un rol defensivo, Alemania dio rienda suelta a sus científicos para que diseñaran armas poderosas que, con una única, solitaria y rápida actuación, inutilizaran un barco enemigo. Esto dio origen a lanchas ultrarápidas, minas inteligentes, torpedos tripulados e, inclusive, bombas teledirigidas. Combinando ingenio y maestría técnica los sabios alemanes crearon dos tipos de bombas de nueva generación: una cuya caída podía ser modificada por un operador desde el avión lanzador y un proyectil con motor y alas que podía ser conducido allá donde el controlador quisiera, como los actuales drones.
La primera se llamó Fritz X y la segunda Henschell HS-293.
La Fritz X fue ampliamente explicada en nuestro episodio titulado El hundimiento del acorazado Roma. La HS-293 (de la que hablamos largo y tendido en nuestro último episodio –Teledestruyendo a los teledestructores– fue el primer misil de la historia. Era un avioncillo bomba controlado vía radio por un operador situado a bordo del avión que la lanzaba.
Este par de novedosas armas alemanas tuvieron su bautismo de fuego en 1943, cuando la guerra aún no estaba decidida del todo. Y cosecharon rotundos éxitos.
Otros países también trataron de crear armas parecidas. Los que mejores resultados tuvieron fueron los norteamericanos con sus misiles guiados ASM-N-2 Bat (Muciélago) y el McDonnell LBD-1 Gargoyle (Gárgola). El primer no era un misil en el sentido estricto de la palabra, sino una bomba planeadora que tenía la particularidad de autoguiarse gracias a un radar instalado en su nariz. El segundo, el Gárgola, era un proyecto derivado de las dos armas alemanas antes mencionadas.
Si bien los misiles norteamericanos estuvieron listos antes del final de la guerra, la falta de barcos del Eje no permitió que fueran usados en combate como sí ocurrió con sus contrapartes alemanas.
Si queréis conocer la evolución de los misiles antibarco, antiaéreos y antimisiles desde la Segunda Guerra Mundial hasta nuestros días, os invitamos a escuchar nuestro episodio Teledestruyendo a los teledestructores, disponible para su escucha y/o descarga gratuita haciendo clic AQUÍ.