La frase que titula este post, de Herbert Alexander Simon, nos vino a la mente cuando vimos el video anexo a este post que, a pesar de haber sido realizado en 2008, regresó a la vida como representación gráfica de la crisis migratoria a la que se enfrenta Europa.
El debate sobre si deben o no existir fronteras excede nuestro entendimiento. El hecho es que las hay y siempre las han habido. En cada lado de una frontera -sea entre la de Occidente y el Mundo Árabe, o la de Grecia y Macedonia o la de Hugría y Austria- existen personas con motivos para cruzarla y personas con motivos para impedir que las primeras las crucen.
De ahí que nos viniera a la mente Herbert Simon, premio Nobel de Economía, conocido por sus estudios sobre la racionalización de la toma de decisiones. Su modelo de «racionalidad limitada» establece que los seres humanos no son totalmente racionales ya que, por lo que entendemos de su teoría, alcanzar la total racionalidad implicaría tener información ilimitada, gozar de una inteligencia suprema y disponer todo el tiempo que se requiera para que esa mente privilegiada procese ingentes cantidades de datos relacionados con una decisión concreta.
Y si algo tienen en común las tomas de decisiones, sobre todo si son de vida o muerte, es la falta de tiempo.
De ahí la visceralidad manifiesta en este dramático desplazamiento de refugiados a través de Europa. El desespero de aquellos que emprenden el viaje unido a la preocupación de los que ven como sus fronteras nacionales son atravesadas como si no existieran solo sirven para realzar la absoluta incapacidad de unos gobernantes que creen que una valla pivotante y un semáforo intercalados en una raya los mantendrán seguros de por vida…