
Diez años después del inicio de las explusiones, la RFA emitió un sello conmemorativo
Cuando se habla de limpieza étnica la mente suele derivar hacia la de los judíos, la más famosa de todas. En realidad la lista es enorme y se remonta al principio de los tiempos. Las limpiezas étnicas se producen en el marco de un conflicto en el que los habitantes del bando perdedor son expulsados de los lugares en los que viven.
Entre las muchas deportaciones masivas existe una de la que poco se habla: la de los alemanes una vez finalizó la Segunda Guerra Mundial.
Las expulsiones fueron acordadas por los gobiernos de los Estados Unidos, Gran Bretaña y la Unión Soviética durante las conferencias de Yalta y Potsdam. La idea consistía en reunir en la derrotada Alemania a todos los germanohablantes de Europa Central y Oriental para evitar que un posible futuro Cuarto Reich decidiera hacer lo que hizo el tercero: conquistar a los vecinos bajo la excusa de proteger a las personas con ascendencia o cultura alemana.
Ahora bien, esto no afectó a unos cuantos miles de personas. Estas deportaciones, avaladas por los gobiernos aliados, provocaron un éxodo de dieciséis millones de alemanes radicados en Checoslovaquia; Hungría; los Países Bajos; Rumanía; Yugoslavia; Polonia y la Unión Soviética. Las expulsiones se llevaron a cabo una vez la Alemania Nazi se rindió y duraron varios años.
Del total de desplazados, dos millones y medio desaparecieron.
Lo impactante, a nuestro entender, es que este proyecto de reingeniería social fue acordado por los aliados, siguiendo la tradición de decidir el futuro de sociedades enteras en una mesa de trabajo, moviendo fronteras y poblaciones como si de fichas de ajedrez se tratara.
La explicación completa de este triste asunto, incluyendo una amplia puesta en contexto y sus ramificaciones hasta la actualidad, está disponible en nuestro episodio ¿Es Ucrania la nueva Prusia?, disponible para su escucha y/o descarga gratuita haciendo clic AQUÍ.