Fragata F-52 Villavicencio de la Marina peruana
Cuando en los años 70 la Marina Militare italiana pidió a sus astilleros nacionales el diseño y construcción de un buque que sirviera de plataforma para transportar y lanzar sus nuevos misiles antinave que estaban desarrollando, el astillero Cantieri Navali Riuniti concibió un barco que rompió los paradigmas de su época.
El buque en cuestión a pesar de ser el más pequeño de sus contemporáneos de la OTAN, tenía las mismas capacidades.
El resultado fueron las fragatas de la clase Lupo, naves que podían llevar a cabo misiones antiaéreas, antisubmarinas, antinave y de apoyo costero. Todo eso en unas reducidas 2.500 toneladas de desplazamiento, 113 metros de eslora, 11 de manga y tres y tantos de calado.
A la izquierda las venezolanas F-24 y la F-25, barcos en los que el autor de este pódcast sirvió. A la derecha la F-16 Al Quadissiah, que nunca fue entregada a Irak
Su sistema propulsor era doble. Podía desarrollar una velocidad de crucero de poco consumo con sus dos motores diesel. Pero si la situación lo ameritaba, tenía a disposición dos turbinas a gas que le permitían alcanzar los 35 nudos.
Nota del autor: debo decir, querido visitante, que de servicio en esos barcos tuve el placer de alcazar esa velocidad muchas veces, presenciando el espectáculo desde el puente, desde cubierta o, inclusive, a popa, justo sobre las hélices, allí donde el rugido, la vibración y la espuma te hacían sentir muy pequeño comparación con la grandeza y potencia de la nave. Una experiencia inolvidable.
Amén de su poderosa electrónica (radares, sonar, radiotransmisores y equipos de guerra electrónica), las armas embarcadas fue lo que catapultó a las Lupo al éxito, siendo vendidas a varios países como Irak, Perú y Venezuela. El barco cuenta con un cañón de 127 mm (el más grande instalado en barcos nuevos en su época); ocho misiles antinave Otomat; dieciséis misiles antiaéreos Áspide; dos montajes dobles de 40 mm; doce torpedos antisubmarinos lanzados desde dos montajes triples y un helicóptero con radar y sonar, capaz de lanzar torpedos o de guiar los misiles antinave muy lejos, más allá del control efectivo del barco.
Esta concentración de armamento en un barco de dimensiones reducidas había ocurrido en los años 30 con la fenomenal clase Spica, la solución italiana al control de armas impuesto tras la Primera Guerra Mundial.
Tomando en cuenta que el tratado de Washington de 1922 imponía duras restricciones para la construcción de barcos grandes, la Regia Marina optó por construir muchos de 600 toneladas, naves que no tenían límite alguno. De ahí surgió la clase Spica, torpederos que tenían tanto armamento que parecían destructores. Encontraréis la historia de esas naves en nuestro episodio titulado Torpedeando, que es gerundio. Por otra parte en nuestro episodio Teledestruyendo a los teledestructores (enlace AQUÍ) encontraréis, además de la descripción de las fragatas clase Lupo, la explicación detallada de la historia y el funcionamiento de sus dos sistemas de misiles, el antinave Otomat y el antiaéreo Áspide.
Las fragatas Lupo fueron bautizadas en honor al torpedero Lupo de la Segunda Guerra Mundial. El pequeño Lupo se hizo famoso por luchar en solitario contra una flota británica
Y como lo prometido es deuda, he aquí el interior del cañón nombrado en la narración de la aventura personal agregada al final del episodio. El video fue publicado por el canal de You Tube Panzer Argentino:
También ponemos a vuestra disposición el otro programa comentado en el capítulo, aquel en el que se comenta la situación actual de la Armada venezolana. Se trata de Infomilitar Colombia, un pódcast en el que entrevistaron al contralmirante Edgar Morillo. La conversación fue emitida en tres partes el pasado 26 de febrero de 2020:
Infomilitar Colombia – Estado actual de la Armada Bolivariana – Parte 1 / Parte 2 / Parte 3
NO ERAS 16 ASPIDE AMIGO SON 8
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Ocho en las celdas y ocho en pañol, hacen dieciséis.
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