Tal y como explicamos en nuestro episodio titulado «El gato, el barco y los comunistas», al principio de la Segunda Guerra Mundial la Royal Navy solo contaba con destructores para realizar labores de escolta. Esos navíos habían sido diseñados para proteger sus propios y más importantes buques tales como acorazados, cruceros y portaviones. No solo eso, su rol fundamental era defender esos navíos de primera línea de la amenaza que representaban… ¡otros navíos! De ahí que su capacidad antiaérea y antisubmarina fuera tan limitada.
Las nuevas reglas de la guerra naval impuestas por los U-boote y los bombarderos en picado alemanes hicieron aflorar, al principio del conflicto, una grave deficiencia: la Royal Navy no contaba con buques diseñados específicamente para cuidar convoyes mercantes. El cometido fundamental de su flota de destructores era combatir los destructores de la flota enemiga. Eran rápidos barcos cazadores de barcos con, como acabamos de indicar, poca capacidad antiaérea y antisubmarina.
Para defender los lentos convoyes mercantes la Royal Navy creó, a la prisa y corriendo, tres tipos de navíos: las corbetas, las fragatas y las balandras.
Si deseáis conocer en detalle los cuatro tipos de buques os invitamos a escuchar una disertación al respecto incluida en el episodio antes mencionado, disponible para su escucha y/o descarga gratuita haciendo clic AQUÍ. Si lo habéis escuchado y deseáis ver imágenes sobre esos cuatro tipos de buques escolta, mirad el siguiente carrusel: