Entre los esfuerzos del fascismo italiano por convertir su colonia de Libia en un polo de atracción para los miles de italianos que emigraban hacia países como Estados Unidos o Argentina, a mediados de los años 20 construyó un circuito de carreras en Trípoli. Tras el entusiasmo inicial la carrera no hizo sino acumular fracasos, tanto de taquilla como de público asistente. Solo la intervención directa de Emilio de Bono, gobernador de Libia, evitó que fuera cancelada en 1929.
Para evitar la expulsión de Trípoli del exclusivo club de ciudades organizadoras de grandes premios, Roma financió la construcción de un nuevo circuito con una infraestructura tan especializada que no tuvo nada que envidar a los mejores grandes premios del momento tales como Montlhery, AVUS, o el mismísimo Nurburgring.
El remozado Gran Premio de Trípoli, publicitado como «la carrera de los millonarios», rebozó de un lujo digno de un emir. Además del fastuoso premio en metálico para el ganador, los pilotos y sus ayudantes eran alojados en hoteles magníficos, tratados como reyes y agasajados con banquetes que incluían obras de teatro, danza y música en vivo. Y, en lo que a la carrera se refería, el circuito Mellaha contaba con tribunas para 10.000 personas, una torre de oficinas y salas de prensa y una línea de pits dotada con todos los servicios. La pista tenía una longitud de 13.140 metros y discurría sobre un antiguo lago salado convertido, gracias a la tozudez de Mussolini, en un vergel. Durante la nueva etapa del Gran Premio de Trípoli las carreras se llevaron a cabo bajo el concepto de Fórmula libre, es decir, que no tenían límites de cilindrada. Eso propició el dominio de equipos alemanes. Para romper esa hegemonía Italia cambió las reglas fijando el tamaño máximo de los motores en 1.500 cc, pero la jugarreta fue contrarrestada por Mercedes Benz con un coche fabricado exprofeso para la ocasión, el «Silver Arrow» con el que ganó, en contra de los pronósticos, la edición de 1939.

1939 – Doble victoria del Mercedes W 165 «Silver Arrow»
Los vientos de guerra hicieron que en la última edición, la de 1940, solo corrieran equipos italianos, asunto que facilitó la primera victoria importante de Giuseppe Farina. Sonidos de esta competición fueron incluidos en nuestro episodio titulado Tobruk, el desembarco maldito, en el que estudiamos, además de la encarnizada batalla librada en 1942, la evolución en el tiempo de la atribulada y martirizada Libia. Si os interesa conocer más al respecto podéis descargar o escuchar el programa haciendo clic AQUÍ o activando ahora mismo el siguiente reproductor: