Siendo este un programa en el que estudiamos las acciones de aquellos que se han dedicado en cuerpo y alma a hacer la guerra a lo largo de la historia, la poca presencia de mujeres es algo muy bueno ya que indica que el uso de la violencia para dirimir diferencias es un asunto en el que los hombres destacan… por no decir acaparan.

Miho Ootani comandante del destructor japonés Yamagiri
Tal y como hemos dicho en nuestros programas, creemos que la violencia -y por ende la guerra- está fusionada en nuestra psique, una actividad a la que recurrimos de forma automática cuando se generan ciertas situaciones y la razón queda aplastada por los instintos. Ser refractario al uso de la fuerza es propio de personas iluminadas, gentes con un alma y cerebros superiores, anacoretas del tipo Teresa de Calcuta o Ghandi que son tan escasos como necesarios en nuestro siempre atribulado mundo.
De ahí que la falta de paridad en este programa lejos de ser una injusticia, pone de manifiesto el histórico monopolio masculino de la violencia y la tendencia de las mujeres a usar el diálogo y la conciliación como armas para la resolución de conflictos.
Empuñar un arma o vestir un uniforme no es la única forma de demostrar valor. Por poner un ejemplo, ser enfermera durante la Segunda Guerra Mundial en el buque hospital HMHS Newfoundland requería de gran temple, sobre todo cuando el barco fue alcanzado por el primer misil de la historia mientras apoyaba a las tropas que desembarcaban en Salerno. Esto acaeció el 13 de septiembre de 1943 y le costó la vida a seis enfermeras de a bordo.
La participación de la mujer en la historia bélica no ha quedado circunscrita al mero apoyo moral o logístico de los combatientes. Cuando no ha quedado otra opción, muchas mujeres se situaron en primera línea, actuando hombro con hombro con los hombres para defender aquello que consideraban valioso, fuera su familia o la libertad de su pueblo. En nuestro programa titulado Las chicas son guerreras narramos las peripecias de cuatro mujeres, dos gallegas y dos bonaerenses que plantaron cara a los ingleses en distintos momentos y lugares. Gran parte del programa titulado No toda resistencia es fútil está dedicado a la hermana Hélene Studler, líder de uno de los movimientos clandestinos más importantes de la Francia ocupada. Su valor y determinación salvaron la vida de miles de personas, incluyendo al futuro presidente de Francia François Mitterrand. Podréis escuchar los programas antes mencionados haciendo clic en sus nombres. Los enlaces os conducirán al sitio en el que están alojados los audios.
En el último siglo la humanidad ha sido testigo de cambios importantes en el rol cumplido por las mujeres las cuales, gracias a una tenaz lucha, han ido ganando palmo a palmo derechos antes reservados a los hombres. Entre esas facultades está la libertad de decidir la forma de involucrarse en una guerra si esa calamidad se abate sobre el país en el que moran esas ciudadanas. Ese es el motivo por el que en las postrimerías del siglo XX muchas Fuerzas Armadas les han abierto sus puertas, lo que no implicó que las mujeres que ingresaron en ellas tuvieran el campo libre para desarrollarse profesionalmente ya que debieron enfrentar fuertes, atávicos y ancestrales prejucios de sus propios compañeros de profesión, tal y como han hecho Miho Ootani, comandante del destructor Yamagiri o Ryoko Azuma, la primera mujer en obtener el mando de todo un escuadrón de buques, ambas oficiales de marina en un país tan tradicional como Japón.
Así como Ootani y Azuma han logrado abrir espacios que hasta hace pocos años estaban vedados a las mujeres, muchas otras han hecho lo mismo en otros países, tanto en las Fuerzas Armadas como en el campo civil.
Esto, sin duda, indica que el cambio es posible.
PD. Este artículo fue escrito en 2018, de ahí que no se haga referencia a la Guerra de Ucrania.