Cuarenta y seis millones de kilogramos, eso es lo que -más o menos- pesaba el acorazado Roma.
Mil cuatrocientos kilos era el peso de una bomba teledirigida Fritz X.
Y dos fueron las bombas Fritz X que impactaron y destruyeron al acorazado Roma.
La primera de ellas lisió el buque tras ser lanzada y guiada vía radio desde 6.000 metros. Después de impactar a estribor, atravesó limpiamente todos los niveles, rompió el casco y explotó en el agua, justo bajo el barco. La gran brecha, además de destruir la sala de máquinas de estribor, dejó al navío con solo dos de los cuatro ejes operativos. El Roma, incapaz de usar la “supervelocidad” que podía desarrollar en casos de urgencia (32 nudos), solo pudo navegar a 16. La situación fue aprovechada por Walter Stumpf, comandante de otro Dornier Do-217 K cuyo tripulante-bombardero logró guiar con éxito una segunda bomba hasta introducirla en un depósito secundario de cargas de lanzamiento, la pólvora usada para impulsar las balas de cañón de 120 mm. La detonación de la Fritz X produjo un devastador efecto en cadena que incendió un almacén más grande, el de las cargas de lanzamiento de las balas de cañón de 381 mm.
La prolongada tormenta de fuego resultante envolvió la proa y la torre de mando, provocando la pérdida del navío en pocos minutos. Y de 1.352 tripulantes.
La narración detallada de estos acontecimientos están disponibles en nuestro episodio titulado El hundimiento de acorazado Roma, disponible para su descarga y escucha gratuita AQUÍ o activando el reproductor situado al final de este artículo.
El arma que otorgó esta desproporcionada victoria a la Luftwaffe fue la bomba radiocontrolada Ruhrstahl SD 1400 X, bautizada Fritz X por los pilotos debido a sus alas delanteras en forma de X. Fue la evolución de una bomba destruye búnkeres ya existente a la que fueron agregados unos ingeniosos controles en la cola, accionados vía radio desde el avión que la dejaba caer. Su poder destructivo, además de los 320 kilogramos de amatol, se basaba en la gran energía cinética que la bomba obtenía al ser lanzada desde 6.000 metros de altura, el doble de la altura usual.
La bomba Fritz X fue para los alemanes lo que los torpedos tripulados de la Xª Flotilla MAS fue para los italianos: una forma ingeniosa y efectiva de destruir acorazados sin recurrir al dogma anterior que decía:
Los acorazados solo pueden ser hundidos por otros acorazados.