Aunque no sea noticia de última hora eso fue lo que ocurrió a partir del 10 de julio de 1941 cuando Benito Mussolini, a la prisa y corriendo, decidió que Italia también debía participar en la Operación Barbarroja. El objetivo del dictador italiano no era otro que evitar que su país quedara excluido del reparto de las riquezas de la Unión Soviética una vez fuera vencida por Alemania.
A nuestro entender la participación italiana en el Frente Oriental puede dividirse en cuatro fases:
– El envío y penetración en Rusia de un Cuerpo Expedicionario formado por 63.000 hombres.
– El envío de refuerzos a Rusia hasta crear en 1942 un ejército de 238.000 hombres.
– Atrincheramiento y lucha en la margen derecha del río Don.
– Derrota y huida a través de las estepas congeladas.
Como las mismas fases indican, la aventura italiana en Rusia acabó de la misma manera que todos los intentos de invadir ese país: en desastre.
Durante el primer año de invasión los italianos obtuvieron victorias que contribuyeron al avance de las tropas del Eje dentro Ucrania, la región donde luchó Italia en 1941. Un año después, cuando los mediterráneos ya sumaban 238.000 hombres, fueron arrollados por una ofensiva preparada a conciencia por unos rusos muy acostumbrados a usar en invierno a su favor.
La pérdida de casi 100.000 hombres sumió a Italia en la más absoluta de las tristezas. El país necesitó décadas para recuperarse ya que no faltó ni uno solo de los apellidos italianos en la lista de muertos de Rusia.
Si deseais saber más al respecto os invitamos a escuchar nuestro programa titulado La última carga de caballería. Podréis descargarlo o escucharlo haciendo clic AQUÍ.