Desafiar a la Royal Navy durante la Primera Guerra Mundial equivalía a meterle un palo a un avispero. Los alemanes lo sabían y se habían preparado para ello. Al menos en los mares del sur, donde practicaron la guerra de corso cuyo objetivo, además de hundir buques mercantes enemigos, consistía en distraer a la mayor cantidad posible de unidades aliadas para así mantenerlas lejos de las costas europeas alemanas.
El corsario alemán más famoso y exitoso fue el crucero Emden, cuyas aventuras narramos detalladamente en nuestro tercer episodio regular. Otro corsario que le quitó el sueño a los británicos en el Océano Índico fue el crucero Konigsberg que sitiado por Albión en el delta del río Rufiji, obligó a los ingleses a transportar a través de medio mundo dos enormes monitores fluviales para entrar en las poco profundas aguas del delta y destruirlo.
La operación de remolque fue, sin exageración, épica. Sorteando calamidades, la Royal Navy arrastró dos enormes navíos desde el estuario del Támesis en Inglaterra, hasta el delta del Rufiji, en África. Los detalles de esta apasionante y desconocida operación están en nuestro noveno episodio regular que podéis escuchar haciendo click AQUÏ.