Tal y como comentamos en nuestro décimo tercer episodio de Zafarrancho en Gotas (programa nr. 21), los científicos alemanes y británicos lucharon atrincherados en sus laboratorios. Allí desarrollaron teoremas que se transformaron en sofisticados sistemas de guía y detección para que sus bombarderos pudiesen llegar a destino y lanzar su mortal carga de bombas.
Los alemanes desarrollaron una especie de carretera electrónica, muy estrecha, en la que se escuchaba un patrón auditivo. Si el piloto se apartaba de ese sendero, dejaba de escuchar el sonido. Apuntando el rayo hasta la ciudad escogida, los aviones llegaban a destino en completa oscuridad. Los físicos británicos copiaron estos sistemas y los mejoraron de forma tan espectacular, que a partir de 1943 sus enormes flotas de cuatrimotores llegaban a destino sin error alguno.
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